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"DUNCAN", "PARAS" Y EJERCITO

COLUMNISTA
CARLOS ALBERTO GIRALDO MONSALVE
PUBLICADO EL 10 DE ENERO DE 2016
“Duncan”, “paras” y Ejército


La primera vez que me topé con alias “Duncan” estaba del otro lado de una mesa rústica, levantada sobre una laderita de la Escuela Corazón de las Autodefensas, en San Roque, nordeste cercano de Antioquia. Con su mirada calculadora de hielo escudriñaba cada frase de la entrevista en la que yo avanzaba con el comandante “Doblecero”, Carlos Mauricio García.


Aunque en la conversación saltaban por momentos los apuntes de humor cáustico de “Doblecero”, a “Duncan” no le asomaba algún gesto. Desde el principio hasta el final, la fotografía de su rostro fue la de un personaje imperturbable, metálico, severo.


En ese momento, estaba en un curso de ascenso de mandos en aquel campamento que era el centro de instrucción de los paramilitares que luego se regaban por todo el país y que dejaron la estela de sangre y terror que apenas conocemos de una manera muy superficial. Con todo y el proceso de desmovilización de las Auc, con sus versiones libres y sus indagatorias ante los fiscales de Justicia y Paz, de ese cuento espantoso apenas se ha contado y sabido la mitad.


Abatido “Doblecero” en su guerra con “Don Berna”, mediante una interceptación telefónica inimaginable -por venir de quien vino-, años más tarde me topé de nuevo a “Duncan”. Estaba allí mismo, en Cristales, en la finca que lindaba con la Escuela Corazón. Ahora, al lado de “Don Berna”, de quien me separaban dos metros. Otra vez, “Duncan” con su mirada como la de un árbol seco, seguía mi conversación con Diego Fernando Murillo y uno de sus “ninjas” preferidos: Daniel Alberto Mejía, alias “Danielito”. Era la línea recta de “la Oficina” la que trazaba la distancia entre las sillas de plástico en las que nos sentamos a conversar horas.


Esta semana, una nota de El Colombiano registraba el temor que otros desmovilizados le tienen a Carlos Arturo Hernández Ossa, “Duncan”. Un cabo primero que se fugó del Ejército por venderle armas al Eln y que dentro del narcoparamilitarismo pasó por todos los rincones y estamentos: estuvo al lado de “Doblecero”, de Carlos y Vicente Castaño y de “Don Berna”.


El mismo informe de este diario documentó que “Duncan” comandaba una unidad especial, “los fantasmas”, encargada de entregar campesinos y pueblerinos al Ejército para dar “falsos positivos”. Según reza uno de los expedientes en su contra, en 2005 se reunió en Envigado con miembros del Ejército y allí transó operaciones de guerra sucia en San Carlos y San Rafael. Hay otro detalle no menos significativo: cuando fue capturado en 2008, en el barrio La Consolata de Medellín, viajaba en un automóvil en compañía de un militar activo.
A “Duncan”, que es un mortal más, le temen sus excompañeros porque ha hecho parte de una maquinaria siniestra en la que se muelen los huesos de los que se alimenta el engendro al que nadie quiere mirar a la cara: paramilitarismo, narcotráfico y establecimiento.


Hoy, le quedan dos caminos: la extradición por narcotráfico, ese silencio de sus crímenes, castigado con unos años de arreglo. O la comparecencia ante la Fiscalía, para que cuente un poco más del capítulo oscuro en el que “los paras” y el Ejército se llamaban “primos”. Así, con esa familiaridad entonces aceptada.

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