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LA OTRA HISTORIA DEL ATAQUE A ALIAS RENÈ (respuesta al comentario de felipe)

El Colombiano, Medellín, lunes 5 de noviembre de 2007

La otra historia del ataque a alias René

Hablan dostestigos del plan con el que se intentó asesinar al paramilitar.
"La emboscada falló y René mató a hombre de confianza de Ernesto Garcés".
Aseguran que el ataque de 2003 lo organizó y lo ordenó alias Doblecero

De guerrillero a temido paramilitar del Suroeste


Alcides de Jesús Durango, alias René o El Indio, fue carnicero de pueblo y mando urbano de una pequeña facción del frente 34 de las Farc. Pero a mediados de los noventa se entregó, con su escuadra, a las entonces Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu).
Poco tiempo después alias René, bajo el mando de Carlos Mauricio García Fernández, alias ‘Doblecero’, se integró al bloque Metro, conformado con pequeñas unidades militares que salieron de los grupos del Occidente, Nordeste y Suroeste de las autodefensas en Antioquia. Los frentes Suroeste y Occidente, al mando de alias René y alias Memín, fueron, en principio, estructuras de las Accu dependientes de ‘Doblecero’ quien las dotó de armamento y las entrenó. Pero luego pasaron al mando del bloque Élmer Cárdenas y más tarde, en 2002, quedaron a órdenes de Vicente Castaño. Por eso alias René era considerado uno de los “mandos medios históricos” de las autodefensas. En el Suroeste de Antioquia dejó una leyenda negra por los crímenes y violaciones que sus víctimas le atribuyen.

 

Alcides de Jesús Durango, alias René, le propinó al jefe paramilitar alias Rodrigo Franco, 'Doblecero', uno de los golpes que determinaron el inicio de su derrota en la guerra que libró su bloque Metro contra los bloques de Vicente Castaño y Diego Fernando Murillo, alias Don Berna.

Aprovechando la información privilegiada que le había dejado ser parte de los mandos de los paramilitares en el Suroeste de Antioquia, cuando estaban bajo órdenes de 'Doblecero', alias René secuestró a las esposas de los comandantes del bloque Metro del corregimiento Versalles y de los municipios de La Ceja, Rionegro y Guarne.

René amenazó con matar a las rehenes si los comandantes de 'Doblecero' no se rendían y aceptaban cambiarse al bando de los paramilitares de Vicente Castaño y Don Berna.

"Así sufrió Rodrigo su primera derrota cuando más de una cuarta parte del bloque Metro amaneció un día a órdenes de Don Berna, gracias a René. Por eso Rodrigo, ya casi al final de sus fuerzas, conociendo el malestar de algunos hombres de René, con sus políticas, los contactó en Medellín y urdió el plan para matar a René y desestabilizar (en el Suroeste de Antioquia) un fortín financiero de Vicente Castaño".

Esa es la versión que sobre el ataque a alias René tiene uno de los hombres que más cerca estuvo de Carlos Mauricio García Fernández, conocido entre los paramilitares con las chapas de Sergio, 'Doblecero' o Rodrigo Franco.

Otro testigo que participó en el plan criminal contra René, en mayo de 2003, explicó que además de cobrarse la traición, 'Doblecero' quería recuperar el control de la zona del Suroeste, que había perdido a manos de las que eran sus tropas y quedaron al mando de Vicente Castaño.

A ello se sumó que los excesos de poder de alias René presionaron la deserción de varios de sus hombres. "Un grupo de cinco mandos de sección y escuadra, con unos 10 patrulleros, desertaron, guardaron sus dotaciones e hicieron contactos a través de un tío (Fernando Quijano) de la esposa de 'Doblecero'".

Quijano era el administrador general de las fincas del hacendado cafetero Ernesto Garcés Soto (ver nota anexa). Entre los paramilitares de 'Doblecero' Quijano era conocido con el seudónimo de 'Pedro'. A él, según los testigos consultados, lo asesinaron el 31 de octubre de 2003 como represalia por su participación en el plan criminal contra alias René.

Estos testimonios controvierten las sindicaciones, difundidas hace cuatro semanas, según las cuales los autores intelectuales del ataque a alias René serían el presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, y el empresario cafetero Ernesto Garcés Soto.

Según uno de los testigos consultados, José Orlando Moncada alias Tasmania sí estuvo en contacto con los hombres que ejecutaron esa acción militar instigada por 'Doblecero'.

Para ejecutar el plan contra alias René "solo hacía falta un piñón para el engranaje y era convencer a la tropa entera y fue entonces que se hizo el contacto con Tasmania, quien manejaba la tropa que estaba en la vía a Urrao (Antioquia)".

En recientes declaraciones, alias Tasmania aceptó su participación en el plan para asesinar a alias René.

Hoy la justicia trata de establecer si es cierta la versión de alias Tasmania según la cual recibió ofertas de mejores condiciones carcelarias y protección, y traslado al exterior de su familia, si involucraba en su versión al presidente Álvaro Uribe y al empresario cafetero Ernesto Garcés Soto, como autores intelectuales del ataque contra el paramilitar René.

Las supuestas presiones provinieron, según Tasmania, del magistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia Iván Velásquez y funcionarios de la Fiscalía General de la Nación.

La Corte Suprema y el mismo magistrado auxiliar reclamaron respeto a la imparcialidad e independencia de sus actuaciones en el caso y Velásquez negó haber ofrecido beneficios al paramilitar Tasmania, y a su familia, a cambio de informaciones que tuviesen como objetivo involucrar al Presidente y al cafetero Ernesto Garcés.

El presidente Uribe, en reciente entrevista a este diario, dijo estar dispuesto a colaborar con la investigación, pero exigió transparencia y reclamó "medios probatorios lícitos y decentes".

Más detalles
Uno de los testigos, que acompañó a 'Doblecero' a lo largo de sus años como paramilitar pero también en otras esferas de su vida privada, precisó que el ataque fue planificado totalmente por 'Doblecero' con cerca de 10 hombres que estaban resentidos por los excesos y malos tratos que alias René les daba a quienes estaban a su mando.

"Rodrigo ('Doblecero') me había comentado personalmente que tenía algo entre manos con unos disidentes de René y luego se supo en las noticias internas de las Autodefensas que un grupo de René había atentado contra él", narró el amigo y asesor de 'Doblecero'.

La emboscada finalmente se cumplió en alrededores del municipio de Concordia, en la vía al sitio El Concilio. El grupo disidente de René disparó un rocket (cohete) y fusiles contra una camioneta, "la primera de dos que avanzaban".

Este testigo sostuvo que René iba en la camioneta de atrás y alcanzó a escapar, pero el otro precisó que René no estaba en el convoy, porque el plan se filtró.

Según las fuentes, tras salvarse del ataque, y en represalia, alias René ordenó el asesinato del tío de la esposa de 'Doblecero', empleado de confianza de Ernesto Garcés Soto. Fernando Quijano ('Pedro') "era como un hijo para Garcés. Es decir que el odio visceral que siente don Ernesto Garcés por alias René nació con posterioridad a ese atentado".

Esa muerte y ese resentimiento explican, en parte, los miedos de alias René frente al hacendado cafetero Ernesto Garcés Soto, quien fue amigo personal del ganadero y caballista Alberto Uribe Sierra, padre del presidente Álvaro Uribe. Garcés también le habla al oído al Presidente Uribe desde muy joven, en especial a partir del asesinato de su padre, por parte de la guerrilla de las Farc, en junio de 1983.

De ahí los temores que alias René le manifestó al alto comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, durante su estadía en Santafé de Ralito, donde se llevaron a cabo los diálogos entre el Gobierno y las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc). René se escapó de Ralito sin haberse presentado, días antes (el 30 de enero de 2005), a la desmovilización del bloque Suroeste de las Auc, del cual era jefe militar.

Hace veinte días el alto comisionado de Paz aseguró a medios venezolanos e internacionales que alias René le manifestó en 2004 que no se desmovilizaba por temor a que el presidente Álvaro Uribe y el hacendado Ernesto Garcés lo asesinaran. "Tuve una reunión con él (René) a finales de 2004, él fue a esa reunión presionado por Vicente Castaño, porque no quería hablar conmigo y en esa reunión él me dijo que no confiaba en el Gobierno", agregó Luis Carlos Restrepo.

El 19 de junio pasado, efectivos de la Policía Nacional capturaron a Alcides de Jesús Durango, alias René, en la finca La Nueva, del corregimiento El Cedro, en jurisdicción del municipio de Mutatá, Urabá antioqueño. El ex jefe paramilitar se entregó sin oponer resistencia y hoy se encuentra recluido en la Cárcel Nacional Bellavista.

Depende del prisma
Uno de los testigos consultados sostuvo que meses antes del ataque a René, Ernesto Garcés visitó al presidente Uribe en la Casa de Nariño y le llevó una carta en la cual alias 'Doblecero' solicitaba condiciones para un eventual acuerdo de paz con el bloque Metro, entonces disidente del proceso de diálogo en Santafé de Ralito.

La otra fuente sostuvo que la carta se la entregó Ernesto Garcés al Presidente, en su finca de Rionegro. Sin embargo, Garcés Soto negó haber llevado esa carta al Presidente y dijo que sí se reunió en enero de 2003 con Uribe, "pero para llevarle un mensaje de Álvaro Leyva" (ver nota anexa).

"Los que no conocen los entresijos del asunto (...) suponen que como Ernesto Garcés Soto es amigo de Álvaro Uribe Vélez, y su mentor tras la muerte de don Alberto (Uribe), y había estado en Palacio en las semanas anteriores, pues deducen que ese ataque contra René era de autoría intelectual de ellos", sostuvo uno de los testigos, asesor y amigo personal de alias 'Doblecero'.

El choque de trenes del último mes, entre los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, que defienden y reclaman independencia y respeto, y el presidente Álvaro Uribe, que exige equilibrio y garantías del sistema judicial, tiene origen, según la versión de estos testigos, en la interpretación que los investigadores judiciales están haciendo de los hechos. Un análisis que merece de las partes el mayor rigor y buena fe posibles, para que el país conozca la verdad de lo ocurrido, sea la que sea, sobre todo si están en juego la credibilidad y la autoridad de instituciones superiores del Estado.

Origen de la polémica

Las supuestas presiones a José Orlando Moncada Zapata, alias Tasmania, para que declarara en contra del presidente Álvaro Uribe y del empresario cafetero Ernesto Garcés. Tasmania dijo que le ofrecieron beneficios a cambio de sus testimonios.
El ex paramilitar José Orlando Moncada, alias Tasmania

Comentarios

  • El 5 de septiembre de 2003, el líder del desaparecido Bloque Metro de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), Carlos Mauricio García Fernández, conocido como Rodrigo Franco y Doble 00, otorgó a la revista Cromos una entrevista en medio del fragor de la persecusión de la que fue objeto por parte de los Bloque: Nutibara y Central Bolívar. Grupos liderados por Adolfo Paz alias Don Berna del Nutbara y Mario Jiménez alias Macaco del Central Bolívar, extraditado a los Estados Unidos, quien lo reclama por los cargos de narcotráfico.

    Es larga la lista de perturbadores escándalos que han sacudido el 'proceso' de negociación entre las autodefensas y la Administración Uribe, entre ellos el esfuerzo por desmovilizarlos que aun cuando ha contribuido a reducir la violencia enfrenta grandes retos, entre ellos reintegrar a la sociedad a los desmovilizados, y el surgimiento de nuevas milicias y el poder que mantienen ricos e influyentes a los jefes paramilitares.

    Los escádalos del narcotráfico suelen derbordarse de sus causes como las corrientes torrenciales, arrastrando todo a su paso, y el 'proceso' -que nació torcido- no ha sido la excepción, dada la amplia pleyáde de estrellas del narcotráfico que se colaron dentro de él, y acabarón sepultando las esperanzas de miles de colombianos, que vieron en el proceso una salida a la violencia. No sé si la posición del Gobierno se parezca más a una justicificación al fanatismo asesiso de estas bandas o si por el contrario es un espejismo que acabó por demostrar lo impracticable que puede ser la moral de la violencia mezclada con el narcotráfico, que sirve de combustible al conflicto. No hay nada nuevo en mis palabras, mas las vinculaciones del paramilistarismo y el narcotráfico ha venido imponiendo han condenado al ostracismo a los político genuinos. Pasando por el indeseable reforzamiento del sentimiento de derrota que puede alcanzar a quienes, todavia, creen en la paz, y en la justicia colombia cuya tarea ha de combinar coherencia, firmeza y respeto a sus fundamentos para darle sentido y fortaleza al esclarecimiento de la VERDAD, y satisfacer a las victirmas, al menos moralmente.

    El discurso del desaparecido comandante Rodrigo Franco, hoy más que nunca cobra vigencia, cuando se espera que el imperio de ley apuntale nuestro sistema democrático. La fuerza moral y política del sistema judicial debe prevalecer, para defender a los ciudadanos, protegiéndonos al mismo tiempo de nosotros mismos.

    Para la reflexión, abajo líneas del comandante Rodrigo Franco, en la entrevista a la revista Cromos:

    "¿Prefiere ser juzgado como violador de derechos humanos que como narco?
    Sí, pero motivado por un vacío de Estado que nos convirtió en una generación de la violencia.

    Habla como si estuviera seguro de que seguirá en la guerra mientras viva.

    A los 38 años este es mi proyecto de vida. No se necesita ser adivino para saber que solucionar el conflicto tomará años. Probablemente nosotros nunca veremos la paz pero hay que enfocar el proceso hacia allá.

    ¿Cómo sobrevivirán sin acudir al narcotráfico?
    Hay que acabar el paradigma en el que cayó Castaño de que para vencer a la narcoguerrilla había que ser narco. Eso los convirtió en un cartel armado del narcotráfico y es la autodestrucción. Sólo nos financiamos cobrando impuestos a la economía de la región donde estamos.

    ¿Qué identidad van a asumir entonces?
    La identidad es nuestro objetivo estratégico: lograr la paz con dignidad y justicia social. No podemos estar inmersos en el narcotráfico porque es el motor del conflicto. Somos el único grupo armado irregular que no depende de la coca. Queremos ser alternativa de solución sin patrocinar la guerra sucia del Estado, ni de la oligarquía, ni de los militares.

    "Paz con justicia social", ese ha sido el discurso de la guerrilla durante 40 años. ¿Ustedes van a convertirse en una guerrilla de derecha?
    No. La guerrilla utiliza el discurso social como sustento de la lucha armada, quiere destruir la economía y construir un Estado desde cero. Nosotros sabemos que los cambios no se lograrán por la fuerza sino con la institucionalidad y la democracia".

  • Como tenia razon nuestro amigo y Comandante Rodrigo Doble Cero con el sueño de los Narco-Paras.

    El SUEÑO PARA


    "E.U. les tenía muchas pruebas por narcotráfico": ex para que contactó a DEA.
    Repaso a diálogo secreto de los paras sobre su talón de Aquiles: la extradición
    DEA no sacó de la mira a ex Auc, pero su poder los hizo "sentir intocables".



    Por
    Carlos Alberto Giraldo M.

    El viernes 16 de mayo el abogado Hernando Benavides Morales reveló que su cliente, el ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso, recluido en el pabellón de segregación total de la Prisión de Washington, se sentía "compungido y perplejo" por su extradición y encarcelamiento en Estados Unidos. Era de esperarse: Mancuso y sus socios se jugaron sus intereses políticos, económicos y de seguridad en el proceso de diálogo con el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.

    Cinco años atrás, una hora después de firmar el Acuerdo de Santa Fe de Ralito, a las 4:45 de la tarde del lunes 15 de julio de 2003, Mancuso se describió emocionado y pensó que el pacto suscrito junto a otros ocho jefes paramilitares con el comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, "era crucial" y clave en la historia del conflicto armado y en busca de la paz del país.

    A diferencia de otros integrantes de la cúpula de las Auc, Mancuso confiaba en poder explicar ante las autoridades de Estados Unidos los cargos por narcotráfico por los que era pedido en extradición. Él, en particular, aparecía en un indictment (acusación) de una corte de Washington, junto a Carlos Castaño (ya muerto) y Juan Carlos Sierra (también extraditado), sindicado del envío de por lo menos 3.600 kilos de cocaína entre el 19 de marzo de 1998 y el 12 de septiembre de 2000.

    En varias oportunidades, a través de asesores y emisarios, Mancuso adelantó contactos con agentes del Departamento de Estado de E.U., para conocer en detalle las posiciones de las diferentes agencias estadounidenses frente a su caso y al proceso de paz con las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc).

    Mancuso sabía que la visión del Departamento de Estado y de la CIA partía de valoraciones políticas: facilitar el desmonte del aparato paramilitar y apoyar la gestión de un gobierno aliado como el de Colombia. Pero entendía que los intereses del Departamento de Justicia y de la DEA eran otros: juzgar ante las cortes de E.U. a personas y organizaciones involucradas en el narcotráfico.

    El 4 de mayo de 2003, el argentino Juan Rubbini, asesor de Mancuso, le relataba tras entrevistarse con agentes del Departamento de Estado que la justicia de E.U. no dejaría de presionar en su objetivo de conseguir que Carlos Castaño y él se presentaran para responder por las sindicaciones de narcotráfico y establecer acuerdos de cooperación en busca de una eventual rebaja de penas.

    A Mancuso, reconocido entre los jefes paramilitares por sus gustos y sus ademanes refinados y excéntricos, le interesaba viajar. Su asesor Rubbini le advertía entonces que aquel deseo no podría cumplirse si antes no resolvía sus procesos en E.U.

    "Si parte de sus gustos tiene que ver con conocer el mundo el caso con la justicia de E.U. hay que resolverlo de alguna manera y seguramente tras un proceso de Paz exitoso será más accesible arribar a una solución que no implique desconocer la Justicia norteamericana", le advirtió entonces Rubbini a Mancuso.

    La realidad era que la DEA tenía un archivo repleto de pruebas y documentos sobre el envío de alijos de cocaína a Estados Unidos por los principales ex jefes paramilitares y sus socios en el ambiente de la mafia.

    Un ex jefe paramilitar que tuvo contactos con la DEA le relató a EL COLOMBIANO que esa agencia antidrogas de E.U. tenía "carpetas con fotos y acusaciones por narcotráfico" de los jefes de las Auc.

    Según la fuente, la DEA y el Departamento de Justicia advertían que nunca negociarían la aplicación de las leyes estadounidenses. "Negociarían la pena, pero esos individuos terminarían en su país. Entonces esto (la extradición de 14 jefes paras) no es sorpresa, más bien algo esperado, hasta que se cumplió".

    Además, el Departamento del Tesoro y el Departamento de Estado también "estaban bien informados y con investigaciones que los incriminaban".

    Vicente y su gente
    La sombra del narcotráfico sobre las Auc creció tremendamente entre 1995 y 2000 con la presencia de un hombre: Vicente Castaño. Él personificaba el enlace permanente entre paramilitares y carteles mafiosos del país.

    El abatido jefe del bloque Metro de los paras, Carlos Mauricio García, alias Rodrigo Doblecero, a quien el mismo Vicente Castaño llamó "el estratega militar de las Auc", describió así, en una correspondencia, a Castaño:

    "El hombre (Vicente) siempre ha sido narco. Con Fidel tuvo problemas porque lo abrió cuando no quiso dejar de 'traquetiar'. Tuvo una caída grande en Alemania en 1989. Se le cayó un barco de su propiedad cargado de coca. Los contactos para recibirle la droga eran los conocidos esposos Mauss (...) Esa vez en Alemania casi lo cogen".

    El estrecho vínculo de Vicente Castaño con los narcos también desató conflictos con su hermano Carlos. "Cuando Fidel se murió -relató Doblecero-, Vicente reapareció y tomó el mando junto con Carlos. En 1998 descubrió el agua tibia y se puso a reclutar narcos para venderles los bloques y los frentes de las Auc. Eso, junto con sus actitudes de capo, le generó muchos conflictos con Carlos".

    La conocida "venta" de las Auc desató una disputa de poder irreversible entre los Castaño y la orden de ejecución de Carlos, en abril de 2004, cuando él, además, había agregado al malestar y desconfianza de los demás jefes paras su interés de negociar con la justicia de E.U.

    Según Doblecero -lugarteniente de los Castaño desde que surgió esa generación paramilitar en 1988-, "Carlos nunca pensó en enfrentarse a su hermano. Vicente le cogió la delantera en la lucha por el poder y se amangualó con Berna, Macaco, Cuco, los del Norte del Valle, Los Mellizos. Carlos pensó que podría manejar a esa gente". Su asesinato demostró lo contrario.

    Los Frailes
    A mediados de septiembre de 2002, Vicente Castaño llegó en un helicóptero de una empresa privada que aterrizó en la cancha de fútbol del corregimiento Cristales de San Roque, nordeste de Antioquia. Él acostumbraba viajar allí a visitar a Rodrigo Doblecero, estar un par de días y luego irse. Caminaba por la región, visitaba los charcos y se bañaba en la quebrada del lugar. "Se tomaba unos tragos y atendía visitas de personalidades", recuerda un testigo.

    En esa ocasión Vicente Castaño viajó a la finca Frailes acompañado por Salvatore Mancuso, Diego Vecino, Hernán Hernández (HH) y por Miguel Arroyave (ya muerto). Aparecieron en seis camionetas. Iban a convencer a Doblecero de que se sumara a la fase exploratoria de lo que luego sería la mesa de diálogo con el Gobierno en Santa Fe de Ralito, desde agosto de 2003.

    En aquella reunión, al igual que lo hacían en las de los jefes de las Auc con el Gobierno, Castaño y Mancuso lideraron las intervenciones. Sostuvieron que se trataba del momento para conseguir "una salida digna como actores del conflicto armado". Agregaron que manejaban zonas estratégicas que, después de desmontadas las Auc, serían ocupadas por la fuerza pública y serían determinantes en la política de seguridad democrática.

    Según ambos, desactivarían su ejército, romperían las cadenas de producción de narcóticos de las que tuviesen conocimiento y entregarían bienes adquiridos con dinero del narcotráfico. Eso, calculaban, sería visto como un aporte a la paz.

    En consecuencia, a la cúpula paramilitar la juzgaría la justicia colombiana y pagaría penas livianas en casas campestres. El "pragmatismo de los gringos" hizo suponer a Castaño y a Mancuso que primaría más el interés de neutralizar el narcotráfico que el de encarcelarlos en E.U.

    "Los comandantes de las Auc no se veían en cárceles, vestidos de anaranjado, con grilletes en manos y pies, ante jueces en las cortes de E.U. Para entonces se veían intocables e incluso 'manipuladores' de la justicia de otro país", dice una fuente que participó en aquella reunión.

    La camaradería de la reunión se rompió cuando intervino alias Doblecero: con su acidez acostumbrada les dijo a los presentes que la extradición era el cuello de botella y que el gobierno de E.U. tenía particular interés en Diego Murillo (Don Berna), Ramiro Vanoy (Cuco) y Carlos Mario Jiménez (Macaco).

    En el mismo sentido, Rubbini le advertiría en su informe a Mancuso, diez meses después, que "el caso Berna y el caso de algunos de los previsibles negociadores del BCB (Bloque Central Bolívar)" haría muy complejo que el Departamento de Estado interpusiera sus "buenos oficios" para levantar las órdenes de extradición.

    "Será muy difícil (...) ir en contravía de realidades y presunciones originadas en la DEA y en la justicia americana sobre cuya fuerza el Departamento de Estado tiene pocos argumentos con los que contrarrestar".

    Con crudeza Doblecero descalificó las bondades que le atribuyó Mancuso a la negociación con el Gobierno: "de eso tan bueno no dan tanto. La extradición acabará con el proceso o ustedes terminarán, después de su entrega, en una celda en E.U., atados de manos y pies como marranos".

    Los vuelos de la DEA
    La reclusión de la cúpula de las Auc en la Cárcel de Itagüí, el 1 de diciembre de 2006, fue una muestra de cuánto se podían complicar las cosas, observa una persona que participó en casi todas las reuniones de Ralito.

    "El problema de la cúpula de las Auc era la extradición -analiza otro asistente a Ralito-, el resto eran cuentos, adornos. Se demostró que encarcelados en el país siguieron delinquiendo y manejando sus negocios. Ahora, en E.U., llegó su peor castigo: la incomunicación, que les abre un roto a la pérdida de su poder y al riesgo de que jamás regresen".

    El caso de Castaño resulta hoy más ejemplar que nunca: cuando él vio a las Auc devoradas por los narcos trató de reversar pero no había retorno posible. "Entonces, empleó una frase -recuerda la fuente- que resumió la última década paramilitar: a esta organización le faltan comandantes y le sobran capos".

    Mientras duró la mesa de Ralito, la misma que los paramilitares quisieron alargar pidiendo garantías jurídicas, E.U. aprovechó para alentar operaciones de cooperación. Pero al tiempo avanzaba en buscar la extradición de los paras. Y su aliado, el presidente Álvaro Uribe, lidiaba con un proceso que era definitivo para la credibilidad del establecimiento y que no podía fracasar desde ningún punto de vista.

    Pero como lo advierte un ex asesor de las Auc: ellos -los jefes paramilitares- olvidaron que E.U. no tiene amigos. "Tal vez lo saquen a uno, temporalmente o un poquito, de la lista de enemigos, pero en cualquier momento todo se devuelve". El problema es que generalmente esas "devoluciones" se hacen en aviones de la DEA.

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