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conflicto - Page 2

  • entrevista Bloque Metro por agencia Reuters

    Paramilitares colombianos se alistan para la guerra

    Luis Jaime Acosta *

     

    Un grupo de jóvenes con sus cabezas semirrapadas, rostros pintados y vistiendo uniformes amarillos, recibe instrucción militar y entrena tácticas de guerra en la selva del noroeste de Colombia.

    Son los futuros a combatientes de un bloque regional de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), la mayor organización paramilitar de ultraderecha que combate a la guerrilla izquierdista en el marco del conflicto interno colombiano, que dejó 40.000 muertos en la última década.

    Pese a la crisis interna que atraviesan los paramilitares, que pretenden desligar sus actividades del narcotráfico en una aparente estrategia, según analistas, para facilitar en el futuro una posible negociación de paz con el gobierno, siguen preparándose para la guerra.

    Líderes de estos escuadrones aseguran que el presidente Alvaro Uribe, quien fue acusado en su campaña electoral de tener nexos con los paramilitares, ordenará una inclemente persecución militar para quitarse ese rótulo, pese a que nunca estuvo vinculado con esas organizaciones ilegales.

    Pese al temor de esa acción del mandatario, quien asumió el 7 de agosto, y a que recientemente el ejército mató a 24 de sus combatientes en el noroccidental departamento de Antioquia, los paramilitares dicen que no se enfrentarán al Estado.

    Veinte jóvenes de entre 18 y 26 años cargan un madero con la forma de un fusil y portan botas de caucho.

    Hombres armados con lanza misiles, ametralladoras, fusiles y granadas vigilan de cerca a los alumnos, quienes son sometidos a diario a extenuantes jornadas de pruebas de resistencia física en la selva y en potreros a cielo abierto.

    “La intención de esta escuela es capacitar los hombres tácticamente y operacionalmente para combatir al enemigo. De aquí salen los hombres directamente al área de combate, hay que entrenarlos fuertemente”, dijo a Reuters el comandante Bryand, uno de los instructores del Bloque Metro de las ACCU.

    A la organización ilegal llegan mensualmente decenas de campesinos, ex miembros de las Fuerzas Militares y guerrilleros desertores que quieren formar parte de los paramilitares. Todos son sometidos a una prueba física y sólo los mejores se quedan, los demás deber irse, según Bryand.

    El instructor, quien lucía un uniforme de camuflaje, cubría su rostro con un pañuelo y portaba un fusil, dijo haber preparado a miles de combatientes.

    Los alumnos se arrastran entre el pasto empuñando fusiles de madera, brincan de izquierda a derecha y gritan simulando un combate con los guerrilleros, sus enemigos acérrimos.

    Algunos combatientes irán a la ciudad de Medellín, en donde el Bloque Metro de las ACCU busca a expulsar a las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN), otros se desplazarán a campos en donde también combaten con los rebeldes.

    Confían en superar la crisis

    Aunque de acuerdo con los jefes paramilitares muchos jóvenes ingresan por convicción, según sociólogos otros se incorporan presionados por el desempleo y la miseria.

    Los paramilitares ofrecen uniforme a los combatientes, un arma, alojamiento, comida y un salario que puede alcanzar los 300 dólares mensuales. Algunos de los incorporados aseguran que los “paras”, a diferencia de la guerrilla, “si cumplen”.

    “Yo he decidido entrar a las autodefensas como combatiente porque ya hemos estado muy cansados del accionar de la guerrilla y la guerrilla nos ha golpeado mucho al pueblo colombiano, sobre todo a nosotros los campesinos”, dijo Javier, un patrullero de 24 años.

    “Uno desde que viene aquí viene con la idea de aportar un grano de arena para ver si algún día vemos a Colombia en paz y ahí nos ponemos la meta de morir hasta en la guerra por lograr esa paz que tanto hemos pedido los colombianos”, agregó.

    Con unos 10.000 combatientes en todo el país, los paramilitares atraviesan una crisis que llevó a la disolución en julio de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que agrupaba a todos los escuadrones ilegales armados en una especie de federación liderada por Carlos Castaño.

    Los paramilitares son acusados de contar con el apoyo de algunos sectores de las Fuerzas Armadas y de financiarse, además del narcotráfico, con aportes de ganaderos, terratenientes y comerciantes perseguidos por la guerrilla.

    Sentado en un improvisado quiosco, cerca del sitio donde se entrenan los futuros combatientes, el comandante “Rodrigo”, un hombre cercano a Castaño y quien dirige el Bloque Metro que opera en Medellín y Antioquia, confía en superar la crisis.

    El jefe paramilitar, quien porta un fusil de asalto, viste uniforme de camuflaje y botas militares, no permite que ninguna cámara grabe su rostro, para evitar ser identificado.

    “Rodrigo”, reconoció implícitamente que los paramilitares buscan un reconocimiento político y limpiar su imagen ante la comunidad nacional e internacional.

    “En la vida, en la política y en la guerra nada se regala, las cosas se ganan, nosotros nos vamos a ganar nuestro puesto, no queremos que nos den nada, no queremos nada regalado porque no somos serviles de la oligarquía ni trabajadores de las Fuerzas del Estado”, afirmó.

    Escoltado por dos hombres de confianza, “Rodrigo” también conocido con el apodo de “Doble Cero”, dijo que pese a la decisión de no recibir aportes del narcotráfico continuarán combatiendo a la guerrilla y advirtió que solo dejarán las armas cuando lo hagan los rebeldes.

    Urbanización del conflicto

    “Más vale que seamos poquitos pero honrados, que muchos y corrompidos por el narcotráfico, es que el narcotráfico lo corrompe todo y con corrupción no hay norte político ni ideología”, comentó mientras acariciaba a Pipo, un perro negro que siempre lo acompaña.

    Con esa decisión los paramilitares estarían dando ventajas a las FARC, que obtienen millonarios recursos del narcotráfico, según analistas. Esos recursos les permitió duplicar sus combatientes en los últimos dos años a los paramilitares.

    “Doble Cero” empezó el proceso para expulsar a la guerrilla de sectores pobres de Medellín y aseguró que además han extendido la guerra urbana a otras ciudades como Bogotá, Cali, Barranquilla y Barrancabermeja.

    “Nos entronizamos en las ciudades para neutralizar el accionar de las guerrillas y para ir generando el regreso al campo de todos los campesinos que están en los cinturones de miseria”, afirmó.

    Medellín, capital del departamento de Antioquia, es la tercera ciudad más poblada de Colombia con unos dos millones de habitantes y es un importante centro empresarial e industrial. Actualmente es el centro urbano con mayor control paramilitar.

    El Bloque Metro, dice que controla un 80 por ciento de los sectores pobres de la ciudad, construidos en las laderas de empinadas montañas a las que llegó un equipo de Reuters.

    Desde un barrio el oriente de Medellín, desde donde se divisa toda la ciudad, jóvenes armados con fusiles, pistolas, carabinas, ametralladoras y escopetas, patrullan el sector.

    Sobre varias paredes de humildes casas se lee “Somos las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, Bloque Metro”. Las viviendas están cerca de cultivos de plátano, café y naranjas.

    Para los pobres que habitan el sector bajo control de los paramilitares son normales las demostraciones de poder militar de jóvenes que visten trajes de camuflaje o deportivos color negro y cubren sus rostros con pasamontañas.

    Todos los combatientes que patrullan esta zona recibieron instrucción militar en la escuela del Boque Metro.

    Los combates en la zona son frecuentes y la guerrilla ha tratado de retomar el control del sector, al que se llega caminando a través de empinadas escaleras de cemento.

    “La función es combatir la guerrilla de las FARC y del ELN, que en este momento los tenemos a todos los lados de esta zona donde estamos”, dijo Richard, el comandante de la zona mientras empuñaba un fusil M-16 de fabricación estadounidense.

    “La meta de nosotros es acabar con ellos para poder vivir bueno por aquí. Nosotros estamos dispuestos a llegar hasta la muerte”, concluyó mientras miraba el horizonte y sonaba música a todo volumen proveniente de un radio de una de las casas.

    * Reuters, 29 de agosto de 2002.