Bloque Metro
“Esto algún día se va a poner como en el Urabá”. Era el rumor que se escuchaba en las frías sabanas del oriente antioqueño a mediados de los años noventa. Poco tiempo después esta región, una de las más prósperas de Antioquia -por su potencial hidroeléctrico- se convirtió en una convulsa zona donde todos los grupos armados se disputaban el territorio y la población a sangre y fuego.
Varios lustros atrás, el Bloque José María Córdoba de las FARC, y el Frente Carlos Alirio Buitrago del ELN tenían presencia en la zona rural de varios municipio, y a eso se sumó la llegada de las autodefensas de Carlos Castaño, y la presencia fuerte de capitales del narcotráfico
Guerrilla y paramilitares realizaron por igual las más cruentas masacres, los secuestros se multiplicaron, hubo ataques a la infraestructura eléctrica y a las vías de comunicación; el desplazamiento de campesinos fue masivo, así como la siembra de minas.
La incursión de los paramilitares empezó con asesinatos selectivos. En Marinilla sacaron a tres campesinos de sus casas y nunca más se supo de ellos. Tres meses después las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio asesinaban a tres labriegos en San Luis, otro grupo asesinaba a un estudiante en La Ceja, al que le dejaron un letrero colgado del cuerpo: “Fuera terroristas de la Universidad de Antioquia responsables de ataques en fincas del Oriente” decía.
Hay quienes aseguran que el detonante de la presencia paramilitar en el Oriente fue el derribamiento de 23 torres de energía en San Luis entre octubre y diciembre de 1996. Sin embargo, la presentación oficial de los paramilitares ocurrió a mediados de 1998. Benjamín Cardona, de la ONG Conciudadanía, recuerda con claridad la primera consigna que lanzaron: “campesinos aléjense de la guerrilla, guerrillero ustedes o nosotros. La guerra sin cuartel ha comenzado”.
El 20 de junio de ese año, campesinos de San Francisco, Cocorná, Carmen de Viboral, Granada, La Unión y Sonsón denunciaron amenazas de muerte por parte de paramilitares. Poco después, un helicóptero de las AUC sobrevoló San Rafael, San Carlos, San Francisco y lanzó volantes que decían: “Aquí estamos y vamos a disputarle la zona a las FARC”.
Detrás de estas acciones estaba el Bloque Metro de las Autodefensas, que pertenecía a las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá. Desde entonces por el Oriente empezaron a caminar unos hombres grandes, morenos, de rostros fuertes, en modernas camionetas y camperos, que sembraron terror en la zona. Los combatientes venían de Urabá, zona donde ya las autodefensas habían consolidado su control territorial.
El Bloque Metro nació en el seno de las Autodefensas Campesinas de Colombia en 1997, como una organización contrainsurgente que intentó copiar la estrategia de control territorial que habían adoptado el ELN y las FARC en Antioquia. Esto era, ir del campo a la ciudad, y en Medellín desplegar grupos de jóvenes armados en los barrios populares que ejercieran control en las zonas periféricas de la ciudad.
El Bloque Metro había sido creado por Carlos Castaño, quien nombró como jefe de este grupo a Carlos Mauricio García, Alias Doblecero, o el Comandante Rodrigo, un ex capitán del Ejército, hombre de plena confianza de Castaño, y quien a lo largo de casi una década se había destacado como entrenador militar de todos los miembros de las autodefensas de Córdoba y Urabá.
Aunque en los inicios el Bloque estaba constituido por gente de Urabá, poco a poco se fueron reclutando bandas, milicianos y “pillos” de Medellín. Además, para ciertos crímenes que requerían asesinos especializados en operaciones comando, el Bloque Metro “compraba servicios” de la temida banda de La Terraza, que era el más especializado grupo de sicarios de la ciudad.
El Bloque Metro creció simultáneamente en Medellín y en oriente antioqueño, región que era usada por la guerrilla para esconder a los secuestrados. Pero el Oriente también les ofrecía una retaguardia segura a los hombres de Doble Cero. Valga recordar “las pescas milagrosas” que alejaron a la gente de la zona de embalses del Oriente –y que colapsaron la economía de esta región basada en el turismo- como también aquel llamativo plagio a escasos kilómetros de Medellín, sector de Don Diego, hecho en el que resultó muerta una joven.
Podría decirse que estos actuaban como una tenaza porque el principal centro de operaciones del BM estaba en Cristales, un corregimiento de San Roque, Nordeste antioqueño y en Jordán, un corregimiento de San Carlos, en la zona de embalses del Oriente.
Al inicio, el Bloque Metro tuvo influencia en el Nordeste principalmente en Santo Domingo, donde ocasionaron muchos desplazamientos; en San Roque –donde dejó gran número de víctimas- y en Cisneros. Luego cuando ingresó al Oriente “negoció” territorios con las Autodefensas del Magdalena Medio. La autopista Medellín Bogotá fue la línea divisoria: su lado Oriente para Ramón Isaza y el Occidente para BM, salvo San Luís.
Desde su ingreso el Bloque Metro demostró claridad en sus objetivos y en su forma de lucha. No era extraño. Doblecero, su comandante, era un experto en la guerra. Ex militar había sido el responsable de la preparación de todas las autodefensas en Córdoba y Urabá, desde los tiempos en que se hizo amigo de Fidel Castaño, con quien compartió sus sueños antisubversivos.
De hecho fue uno de los fundadores de Muerte A Sindicalistas, y MAJACA: Muerte A Jaladores de Carros. Como se dice popularmente en el Oriente, Doblecero era un hombre “que se creía el cuento”. “Yo soy combatiente. Creo que el comunismo acabará con el mundo, decía. Era analítico y muy culto”, recuerda un periodista de El Colombiano que lo conoció, y quien además resalta la capacidad de convencimiento de este hombre.
Además de su idealismo, su preparación académica y militar, otro elemento se sumaba a la lucha y era el amor por la tierra, pues Doble Cero tenía demasiados afectos sembrados en el Oriente. Juan Alberto Gómez, en crónica inédita sobre Jordan, recuerda que:
En una legendaria finca de la vereda Tinajas denominada La Llore, durante aquellos años 70 y 80, crecía Carlos Mauricio García Fernández. Aunque nacido en Medellín, Carlos Mauricio frecuentaba La Llore y fue testigo de excepción de una época en El Jordán y sus veredas de influencia. Cada vez que sus estudios en el tradicional colegio San Ignacio de Loyola en Medellín se lo permitían, se iba para La Llore. En cazar y caminar por los montes se le pasaba el tiempo en la finca de su abuelo. Con su temperamento de ideas absolutas estableció un fuerte vínculo con el territorio, que se hizo evidente años después cuando se convirtió en el comandante Rodrígo Franco o Doble Cero, uno de los fundadores de las Autodefensas Unidas de Colombia y jefe del Bloque Metro.
El Bloque Metro empezó a matar personas por “limpieza social”. En el barrio Palenque de La Ceja, hubo barrida; en Guarne, Marinilla, Santuario, El Peñol, Guatapé mataba marihuaneros, prostitutas, lesbianas. “EL BM fue muy aceptado al inicio. Cuando uno es acosado y está angustiado por secuestros, por controles de la guerrilla, busca el Estado y si éste no aparece, buscas otro. Ellos (BM) ofrecieron seguridad y legitimaron sus acciones, debido a los excesos de la guerrilla”, comenta el periodista Juan Diego Restrepo.
También tuvieron el respaldo desde la institucionalidad. Se habla de patrullajes conjuntos con la fuerza pública y no deja de ser llamativo que sus principales campamentos estuvieran cerca de las bases militares. Por ejemplo uno de estos quedaba en el municipio de Guarne muy cerca del Batallón Juan del Corral y de la Base de la Fuerza Aérea. Lo mismo se daba en San Rafael y San Carlos donde operaban bases del Ejército.
Sobre el apoyo de la fuerza pública, un sobreviviente de una masacre precisamente en el casco urbano del municipio de San Carlos, una semana antes de las tradicionales fiestas del agua en 1999, le contó al periodista Rubén Darío Zapata que:
- El Ejército salió del casco urbano una tarde, por los lados de Cañaveral -recuerda Jaime Atehortúa, un joven que participó en este segundo momento del movimiento cívico, que fue desplazado por aquella época -; por ahí mismo vio la gente entrar a los paramilitares en la noche. Esa vez mataron a 13 personas. Al principio se creyó que era una masacre indiscriminada porque entraron disparando a lo que se movía. Pero después supimos cómo fueron también directamente a buscar a algunos líderes.
Jaime Atehortúa recuerda, además, que hasta esta incursión cruda de los paramilitares el movimiento había logrado cierta presencia en la administración municipal y la Umata había financiado la elaboración de un plan de desarrollo agropecuario con la participación de los campesinos.1
A la par que se ganaban un espacio ente la comunidad no descuidaban su accionar contrainsurgente, el cual enfilaron principalmente hacia el frente Carlos Alirio Buitrago del ELN, al que le cortaban líneas de suministro. “El Bloque Metro se fortaleció en el Oriente porque asimiló muchos del ELN, golpeó y los metió a su Bloque”, comenta Jaime Fajardo Landaeta, ex asesor de paz de al gobernación de Antioquia.
“AL ELN, lo diezmaron mediante la cooptación de sus comandantes”, explica Restrepo. Mientras un ex alcalde de San Luis afirma que : “El comandante Julio se llevó mas de 60 muchachos de las filas del ELN a punta de lengua”.
“Su orden inicial era respetar la vida de los combatientes del ELN –explica un funcionario de una ong que habló con Doblecero en sus campamentos- conocí muchachos que los sacaban de la cárcel. En las sedes de las AUC los veía encadenados y a los seis meses ya eran jefes militares de las AUC. Vi a un comandante eleno, ya en las AUC, llamando a un hermano que también estaba en el ELN, para que se entregara y se uniera a ellos”.
Agrega además que Doblecero cogió al jefe de milicias del ELN, en Remedios; se tornó jefe de AUC y éste mató a todos sus colaboradores para congraciarse con Doblecero. Igual sucedió con Alias 18, comandante en Segovia, que también fue apresado en el ELN, y luego se tornó en su principal victimario.
De hecho en el Oriente se dice que al ELN lo acabó el Bloque Metro y no el Ejército, pese a las operaciones realizadas en la zona.
Otra explicación al respecto la da Jaime Fajardo Landaeta:
“El oriente fue fértil par el paramilitarismo porque después de una guerra de exterminio solo le quedaba meterse a los paras. Mucha gente del ELN a quienes se redujo a su mínima expresión, se quedaron como en el aire y tuvieron que cambiarse de grupo. En una confrontación, tenían que meterse a las AUC, y (éstas) los aprovechaban porque conocían mucho la región”.
El BM era distinto de otros grupos paramilitares. Tanto que nunca se quiso hacer llamar paramilitar sino de autodefensa, por ello, su forma de financiar su organización nada tuvo que ver con narcotráfico –de hecho su no a este fue lo que lo llevó a su fín-. Doblecero prefería recurrir al secuestro, cobro de vacunas a los comerciantes y transportadores y empresarios.
“Todos los lunes veía pasar al Cura, (comandante local) un hombre grueso, bajito y de sombrero alón, que pasaba por los locales comerciales del pueblo, reclamando la contribución y tachando en un cuaderno a los que iban pagando. A todos nos tocó. Hasta a mí que tengo un pequeño taller de relojes, tenía que darle cinco mil pesos”, recuerda un comerciante de un municipio del altiplano.
Sobre el asunto de los empresarios con influencias en el Oriente quedan muchas dudas: “inicialmente la empresa privada ayudó mucho a los paramilitares lo cual está comprobado en Urabá, con Chiquita. Aquí en Medellín empresas como Nacional de Chocolates, las surtidoras de gaseosas, de cerveza, entre otras que vendían a pueblos, las empresas de transporte, es claro que aportaban. O de lo contrario no las dejarían entrar a esos municipios. La duda surge si la cuota es presionada o no. Si era voluntaria es contribución. Creo que hubo los dos mecanismos”, comenta Restrepo.
Para financiarse también recurrieron al robo de carros de EPM – camionetas que no les iba a reclamar- y al robo de gasolina del oleoducto. “A mí me ofrecían gasolina más favorable los del BM, pero no podía comprarles por que la SIJIN, hacía muchos operativos, revisando el color”, contó un distribuidor del Oriente.
Sin embargo, es sabido que los taxistas tanqueaban en el corregimiento San Cristóbal, de Medellín, en distribuidoras que eran de Doblecero. Hablar sobre comandantes y mandos medios del BM es un tanto complejo. “Aparte de Doblecero no se conocen muchos mandos medios porque los iban ascendiendo y ahí mismo los mataban”, comenta Fajardo Landaetta.
El BM tenía su centro de operaciones en Jordán. Sin embargo, Doble Cero ubicaba gente en pueblos y en asuntos clave para su organización: Alias J, en Cristales; alias El Panadero, encargado de la venta de gasolina; alias “15”, un ex miembro del ELN, que era instructor; alias Arboleda, con influencia en Granada, San Carlos, El Santuario; alias Fredy, quien desde muy joven y luego de militar en el ELN, se ganó la confianza de Doblecero y terminó como jefe Político.
El Bloque Metro primero fue derrotado en Medellín en una guerra intestina entre las propias autodefensas. El Bloque Cacique Nutibara, al mando de “Don Berna” acabó con la presencia de “Doblecero” en la ciudad, y éste tuvo que refugiarse en Cristales, en San Roque, oriente antioqueño, donde resistió hasta que quedó arrinconado. Tras el asesinato de Carlos Castaño, “Doblecero” intentó esconderse de sus antiguos amigos, que lo buscaban para matarlo, pero no lo logró. Poco después de la muerte de Castaño, fue asesinado él también en Santa Marta.
1 Zapata Rubén Darío: La guerra en el Oriente Antioqueño entre dos proyectos de desarrollo